Hazteoir.org ‘imparte’ una clase de
Ciudadanía para ridiculizar la materia
/ Zapatero y Aznar, entre los ‘alumnos’
Los ‘alumnos’ de la ‘clase’ de Educación para la Ciudadanía que Hazteoir.org ‘impartió’, ayer, en Madrid. / BEGOÑA RIVAS
ROBERTO BENITO
MADRID.– «Por la libertad de enseñanza
». Dos mujeres con cara de
pocos amigos portaban ayer una
pancarta con este lema. Eran las
13.30 horas. El lugar, la calle de Alcalá
de Madrid, enfrente del Ministerio
de Educación. A esa hora y en
ese sitio el colectivo Hazteoir.org
había convocado un acto para protestar
por la implantación de la
nueva asignatura de Educación para
la Ciudadanía.
La idea consistía en impartir
una clase de la materia, a modo de
ejemplo de lo que los chavales están
estudiando desde septiembre
en las aulas. Claro que desde el
principio se preveía la broma: el
profesor era Gregorio Peces-Barba,
y entre los alumnos estaban
Zapatero, Aznar, Cabrera, Bermejo,
Caldera...
La intención era, además, contraprogramar
la clase que dieron
las Juventudes Socialistas hace
un mes en la plaza de Santa Ana.
Entonces, el ejemplo práctico se
convirtió en un respaldo total a la
asignatura. Y ayer, derivó en una
crítica en la que se lanzaron toda
clase de ataques contra Educación
para la Ciudadanía y sus responsables.
«¡ZP, deja a los niños en paz!»,
se podía leer en la pancarta principal,
que presidía la clase. Una docena
de personas y dos docenas de
periodistas observaban cómo el
profesor Bermejo intentaba atajar
los gritos de «¡Yo no quiero que me
eduque Zapatero!» para comenzar.
Delante de él, una decena de
miembros del colectivo se ponía fotografías
de los políticos. La clase
iba a empezar.
Básicamente, Hazteoir.org pretendía
mostrar cómo el Gobierno
pretende «adoctrinar» a los alumnos
con una asignatura que sólo
«transmite ideología», y cómo ha
actuado contra los estudiantes
que han presentado objeción de
conciencia a la materia para evitar
estudiarla.
«Las órdenes del Partido, digooo,
del Ministerio de Educación
son muy claras. ¡A la calle!», le espetó
el profesor a la alumna Esperanza
Aguirre nada más comenzar
la clase, cuando ésta le dijo que ella
había decidido objetar.
Todo el acto tuvo un tono similar
y hubo críticas contra todos. No sólo
contra los responsables políticos
de la asignatura, sino también contra
aquéllos que la han apoyado de
alguna manera. Por ejemplo, contra
el sacerdote Manuel de Castro,
presidente de la Federación de Religiosos
de la Enseñanza –que ha
aceptado impartir la materia en sus
centros– y otros de los aplicados
alumnos de ayer.
– A lo largo de la Historia, la lucha
de las mujeres por sus derechos
ha logrado incluso el reconocimiento
de su derecho al aborto–
decía el profesor.
– Perdón, profe, pero eso no es
lo que me dicen mis convicciones–
respondía De Castro.
– No se preocupe, estoy seguro
de que usted sabrá adaptar estos
contenidos a su propio ideario–
afirmaba de nuevo Peces-Barba.
Así las cosas, el acto acabó ridiculizando
a los miembros del Gobierno.
«Zetapé, deje de hacer
manitas con Cabrera [Mercedes
Cabrera, ministra de Educación]
», decía el profesor, a lo que
la ministra respondía: «¡Empiece
ya con el tema del sexo a tope y
déjese de rollos!».
El ministro de Justicia, el alumno
Bermejo, aseguraba, por su parte:
«La Ley se aplica o no se aplica
según convenga, ¡no te fastidia!
¿Dónde leches va usted con eso de
la igualdad ante la Ley? Jajaja».
La clase concitó poco a poco el
interés de varias personas que se
acercaban entre asombradas y curiosas.
Entre ellas, un grupo que
resultó ser de una asociación universitaria
de homosexuales y que
no pudo reprimir su enfado cuando
escuchó este comentario: «Hay familias
monógamas y polígamas, de
hombre-mujer, hombre-hombre,
mujer-mujer, hombre-mono...».
«Soy homosexual, pero no soy
ningún mono», espetó un joven. Enseguida,
la clase se dispersó y el acto
de protesta se convirtió en una
discusión en la que se vertieron comentarios
del tipo «los homosexuales
tenéis una modalidad biológica
diferente» o «lo que queréis es llevarnos
a la cheka para enseñarnos».
Una mujer, miembro del colectivo,
que aseguraba tener ocho hijos
y 20 nietos, era más moderada y se
limitaba a señalar a uno de los jóvenes
que «el problema es que ya
no se enseña el derecho natural».
De fondo, al compás del «Libertad,
libertad, sin ira libertad», Hazteoir.
org guardaba los pupitres.
Varios homosexuales
interrumpieron el acto
cuando oyeron que «hay
familias de hombre-mono»
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